El traje a rayas de Camps.

Las risas y sonrisas del PPerío español han durado poco, en solo una semana hemos asistido a la contundente derrota de Mariano Rajoy en el Debate sobre el Estado de la Nación, según la encuesta del CIS el 37’6% de los españoles consideran que gano ZP mientras que, tan solo el 14’4% piensan que ganó el líder del PP.

Ayer se produjo la sentencia del juicio por la mala identificación de los cadáveres de los soldados españoles fallecidos en el trágico accidente del Yak-42, los jueces no han podido pronunciarse sobre la conducta de algunas personas que no habían sido imputadas en el caso, dejando entrever que se han quedado con las ganas de pronunciarse sobre ello, mientras tanto Federico Trillo elude sus responsabilidades políticas y abandona a su suerte a los que fueron y siguen siendo sus incondicionales y fieles subordinados.

Hoy asistimos a un hecho inédito en la democracia española, el presidente de una comunidad autónoma máximo responsable de la institución valenciana responderá ante el juez por un presunto delito de cohecho, vestirá traje impecable y procurará salir del juzgado sin arrugas en el. Las artimañas de sus abogados ya han conseguido retrasar un día su declaración para preparar las respuestas tras conocer las preguntas que realizaron los jueces ayer a Ricardo Costa (Nº2 y secretario general del PP en la Comunidad Valenciana).

Sea como sea el final de este culebrón, (puede acabar como el caso Naseiro, para ello han contratado a los mejores abogados en declarar nulos pruebas y juicios), el dilema para mí parece sencillo o Camps presenta las facturas de los trajes o que presente la dimisión, cuando menos lo debería haber hecho por dignidad, por honor y para salvaguardar el buen nombre de la más alta institución valenciana que él representa, la Generalitat.

Ahora es tarde, nada ha podido evitar que el pueblo español contemple su entrada en los juzgados y cuando tenga su oportunidad responderá ante los ciudadanos de sus responsabilidades políticas. Por otro lado, ya hay quien está dispuesto ha contribuir para comprarle un traje a rayas.

DEFENSA DE LA ALEGRÍA

Defender la alegría como una trinchera

defenderla del escándalo y la rutina

de la miseria y los miserables

de las ausencias transitorias

y las definitivas

defender la alegría como un principio

defenderla del pasmo y las pesadillas

de los neutrales y de los neutrones

de las dulces infamias

y los graves diagnósticos

(Mario Benedetti en nuestra memoria)