Cuando José Luís giró por la calle Mayor camino de su zapatería vio al hombre que buscaba en los contenedores de basura, hacía días que no se lo encontraba y casi, se había olvidado de él, lo conocía de los miércoles, cuando José Luis iba voluntario a repartir alimentos y allí estaba el hombre haciendo cola. Dejo de venir.
José Luis sabía que cuando en las noticias decían que la crisis había tocado fondo, se referían a eso, a que las personas que buscaban entre las basuras ya lo estaban haciendo, hasta entonces, en su pueblo no se conocía la miseria, porque una economía local a caballo entre el mundo rural y las nuevas industrias habían conseguido mantener el desempleo durante muchos años casi testimonial, pero ese hombre buscando entre las basuras hacía pensar que el “Dorado” se había esfumado.
Ernesto, amigo de verdad, de los de antes, me comentó un día charrando en la zapatería que en su barrio de Barcelona buscaban entre las basuras mujeres viudas y lo hacían cada noche abrigadas en la oscuridad, intentando que nadie intuyera sus intenciones, que desconocieran sus motivos y no las vieran los ojos atentos de las marujas. La pensión que les queda a la muerte de sus maridos no les llega para el mes -decía Ernesto-
El hombre que buscaba en las basuras sacó del contenedor un bolso, quizás de niña, se ayudaba de un gancho para cambiar las bolsas de sitio sin tocarlas. No buscaba comida, sacó una parrilla de las que hay en los hornos de las cocinas y la echo junto al bolso, en su carrito de la “compra”, del carrito ya sobresalía un tubo de PVC gris y otra cosa que hacía bulto, era la compra del día que servirá en algún momento para el trapicheo.
Banqueros, empresarios y políticos sin escrúpulos se reparten el dinero en forma de beneficios o sueldos astronómicos, mientras, las familias y las personas al borde de la pobreza aumentan, hambre y miseria se pasean por nuestras calles. Es noche de reyes, espero que vuestros deseos se hagan realidad, felices sueños.
5 comentarios:
Magnífic...
He visto eso que dices... la gente arremolinándose delante de los supermercados, por la noche, esperando la hora de cerrar. Grandes bolsas de basura con comida que no puede venderse pero seguramente sí aprovecharse sale en aquellos momentos en dirección al container. No llega: manos ávidas rompen las bolsas y se quedan con todo.
Gracies Joana.
Es demasiado frecuente Eastriver.
Todos hemos visto escenas como la que describes pero ahora la fotografía está más llena de gente. He visto gente rebuscando en los contenedores durante el día pero ahora esperan a que cierren los supermercados para llevarse a casa la cena. No puedo evitar pensar en el Londres gris y sucio de la revolución industrial pero ni es Londres ni hace doscientos años.
Así es Nicolás, son escenas cada vez más cotidianas en nuestras ciudades, en nuestros pueblos. No tenemos que buscar muy lejos.
Publicar un comentario